Periódico ilustrado
de la restauración

23 de septiembre 2004 - n°57 -

 

 

 

Nos ha dejado, con 21 años.
Hace unos días nos escribió: “Pienso venir a ver el Karrek en un próximo viaje. Espero que todo va por buen camino para el famoso atunero... hasta pronto, Ludo”

Ludovic Ménard es un antiguo marinero del Karrek Ven.
Llegó a bordo con 15 años, y estaba, como muchos otros, enamorado de este barco. Vino poco antes de la resturación, a darle unas pinceladas. Y luego se fue en busca de aventuras.
Se asentó en Guatemala, creando espectáculos para un orfanato, enseñando francés, montando una pequeña empresa de producción cinematográfica, un restaurante,y... casándose con Nikki, una jóven guatemalteca. Esta vida activa y simpática se ha roto. Expresamos aquí nuestra simpatía a su familia y a sus amigos. Poco después de su partida, se irguió la roda del Karrek Ven... como si hubiese una relación. Se la dedicamos. Así seguirá estando a bordo de su barco.


Un gran momento. La pieza maestra del barco, la que abrirá las aguas, ya está colocada.
Ya no falta nada para forrar el casco. Procedemos ahora a ajustarla perfectamente y a fijarla, en particular a nivel de la cubierta en donde enormes piezas de madera van a ser recortadas e instaladas.

Para tallar exactamente la parte baja de la roda, José preparó una maqueta de la parte que se encastra dentro de la quilla y de la pendiente de la contrarroda. También sirvió para ensayar la puesta de esta imponente pieza de 5 metros y 400 kilos.

La roda salió primero de su taller de talla, rodando hasta el pie del barco. Allí fue amarrada con una cuerda gruesa unida al guindaste. Esto permitió levantar la parte superior. Una señorita sujetando el medio de la roda completaba el dipositivo para elevar la roda sin que esta se pegue demasiado al casco en la parte superior. Cuerdas a los lados guiaban la colocación de la pieza. Llegando casi a su sitio, estaba tan bien ajustada que fue difícil que se encastre en su alojamiento.
Las piezas de madera verticales en la parte alta en donde se clavan las extremidades de las tablas del forro tuvieron que ser cortadas con motosierra. La parte final fue la más delicada: encastrar la roda en la quilla sin dañar la extremidad de esta última. Todo salió bien. Sólo hubo un incidente: uno de los maderos puestos a través de la cubierta para sujetar la señorita se rompió con el peso de la roda. Pero la seguridad de la cuerda y del guidaste funcionó. La pieza sólo bajó unos centímetros, sin consecuencias. Hay que felicitar a Juan, el responsable de la señorita, siempre dispuesto para las misiones más peligrosas...

En la parte trasera, a babór, otro progreso importante en esta restauración: la puesta de la primera tabla del forro (salvo los de la cinta). Operación delicada también: había que encontrar los lugares del casco en donde las tablas se torcerían menos: encontrar la “inclinación natural”.
Está, la primera tabla está colocada. Prolongándolo hacia adelante, determinará todos las demás. Es el trabajo paciente y minucioso de Wilson.

En la parte trasera a estribor, Rafael coloca un elemento de la cinta muy bien incurvado. Veamos como logramos esa curva.

Al salir de las siete horas en la estufa, el tiempo en que la pieza es lo bastante lábil para incurvarse es demasiado corto para colocarla directamente en su lugar del casco. Construimos un molde al lado de la estufa. Una serie de puntales asegura la curva que buscamos, que verificamos con una plantilla. La extremidad más incurvada se fija bajo una estructura metálica y la tabla es doblada con una señorita en la otra extremidad. Para evitar que se rompa, pequeños puntales son dispuestos sobre la tabla. Se apoyan sobre una viga metálica del techo. La tabla también tiene que tomar un ángulo a un lado, correspondiente a la inclinación del casco. Sin este, es imposible aplicar la tabla sobre las cuadernas. Este ángulo, minuciosamente calculado y preparado, se obtiene naturalmente con pequeñas cuñas con la altura deseada. Hasta ahora, nunca hemos conseguido un trabajo perfecto. A cada vez, un pequeño impevisto llega a perturbar toda la preparación. Pero luego, con prensas y gatos, acabamos siempre consiguiendo ajustar las tablas sobre el casco sin que se rompan.

La situación

¡Con la roda colocada, parece que las obras han acabado! No es así, pero lo esencial ya está hecho. ¿Cuanto durará el resto? Es difícil preveerlo. Exijimos siempre un buen ajuste de las tablas del forro entre ellas y contra las cuadernas. Esto necesitra más tiempo que lo normal. Pero el barco será más sólido e impermeable.
Un equipo trabaja sobre la roda y el conjunto de las piezas que constituyen la proa. Dos otros están forrando.
Lo que sigue siendo necesario, urgente, es seguir alimentando la caja. Sin esto, todo se acaba. Jean Louis Jacquin, hijo del antiguo armador del Karrek Ven y fuente inestimable de información acerca del pasado del barco, se ofreció para realizar un dossier para buscar un sponsor. Si otras personas saben de mecenas o sponsors, que nos lo digan y que nos pidan un dossier para hacer esos trámites: contactos con gente conocida tienen más chances de éxito que contactos a ciegas.
Pero no olvidemos que hay que darse prisa: el dinero no llegará inmediatamente. Y sin embargo, hay que pagar a los obreros cada semana y comprar todos los días materiales. Varias donaciones llegaron esta semana, entre las cuales una de 1000 euros. ¡Muchas gracias! Esto paga la mitad de la carga de madera que acaba de llegar, o mantener, con los salarios, las familias de 12 obreros. También, y talvez sea lo que prefiera nuestra donante, es el precio total de la roda del Karrek Ven!

¡La curva verde vuelve a levantar cabeza! Por primera vez desde hace bastante tiempo, las donaciones que llegaron esta semana superan los gastos. No abandonemos la curva verde. Hagamos que vuelva a rebazar a la roja!

Para ayudar al Karrek ven, haga click aquí.  


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