Noche de año viejo altisonante.
Los cohetes y petardos, como en Navidad, empezaron a estallar desde el
anochecer. Se fueron multiplicando a medida que la noche avanzaba. El
ruido se hizo enorme, como el mar rompiéndose en las rocas, continuo,
potente, infatigable.
No hubieron gritos ni risas, solo estallidos innumerables, en todas partes,
sin un instante de silencio, algunos sonando como disparos, otros, echando
rayos y chispas.
Y de repente, después de varias horas de este repique cada vez
mayor, fue un desencadenamiento inimaginable alrededor del astillero que
vino de toda la ciudad. Entonces, al ruido se agregaron la luz y el color.
Lo que era insoportable se volvió cautivante. No fué un
gran fuego de artificio pero, de cada barrio, de toda la bahía,
sobre las colinas a lo largo de varios kilómetros, enormes bolas
de fuego explotando, silbando sin cesar hacia el cielo.
Las doce... las doce y media y eso seguía.
Un pueblo entero consagrado en producir sonidos y luces.
Bruscamente, los cohetes se acabaron todos juntos. Los estallidos disminuyeron
de intensidad, la fiesta se replegaba en las casas. Karrek Ven, con la
calma recobrada, entraba en el año 2004.

Entre los arboles.
Existe una madera tan dura como el guayacan que aquí llaman “Vera”
(Bulnesia arborea). Es una árbol bellísimo que puede llegar
a ser muy alto con los siglos.
Tener una proa de esta madera sería un lujo para el Karrek Ven.
Fuimos a un bosque cercano con un consejero forestal que había
localizado uno de estos árboles, no muy grande, pero que corresponde
a lo que necesitamos.

250 o 300 años según el consejero. 80 cm de diámetro
y con una curva en la base igual a la de la roda del Karrek Ven.

Si superponemos el contorno de la roda sobre la foto del árbol,
lo vemos mejor.
¿ Derribaremos este hermoso arbol ?
Para nosotros o para otros, será talado de todas maneras. Pequeña
consolación: cuando se corta uno, se vuelve a plantar otro. Y,
es para convertirse en barco.
Los indios Warao del Orinoco le hablan al árbol que van a cortar,
le explican que se va a convertir en piragua y le piden su permiso...
La decisión no nos pertenece, pero soñamos con una roda
como esta. Queda por ver el precio. La decisión se tomará
después de las fiestas.
Volviendo hacia atrás.
Mientras esperamos la roda, el trabajo sobre la parte trasera del barco
sigue su curso. Las curvas de las cuadernas son más importantes
que en el resto del barco.

Para tallarlas, necesitaríamos tablas ya curvadas. El aserradero
nos ha reservado algunas, pero no es frecuente encontrar las que necesitamos:
partiendo del pié de la cuaderna, tenemos primero una parte cóncava
que prolonga el plano de la deriva, y luego es convexa en la parte ancha
del barco.
Habría que tener mucha suerte para encontrar ramas con esta forma
de “ese”!
Inicialmente, Karrek Ven tenía muy poca madera curva naturalmente.
Por eso hay fracturas en las cuadernas y las varengas, siguiendo las venas
de la madera. Pero ha resistido 60 años...
En la foto, hay que resaltar como se ensancha el pié de la cuaderna.
Es igual con las cuadernas de la parte de atrás: empezamos abajo
con 16 o 18 cm y acabamos en 10 cm arriba.
Las varengas también son reemplazadas: todas menos dos están
rajadas.
Además, tenemos que verificar el estado de las grandes clavijas
que las atraviesan. Para esto, no hay más remedio que destruir
las varengas. Las varengas nuevas son presentadas, corregidas, y serán
escotadas en la parte media.
Los hierros

La varenga está unida a las dos piezas gruesas y grandes del plano
de deriva por dos clavijas de hierro de una pulgada de diámetro
y 70 o 85 cm de largo. Su estado general es bueno. Un corte revela que
el metal está bien. Sin embargo, su espezor ha sido reducido de
un cuarto a un tercio por la electrolisis (como se ve en la foto) en la
unión varenga/codaste.
No es mucho, vista la edad del barco. Eso se debe a la protección
del lastre, del cemento y, entre la varenga y el codaste, a una capa de
una materia compuesta de estopa, masilla de aceite de lino y de minio.
Esta pasta se comporta como un betún. Cambiaremos las clavijas
por otras barras de hierro galvanizado al caliente y ensebadas antes de
ser colocadas. Hemos puesto a hervir una olla llena de grasa de res para
esto. Las cuadernas y las varengas reposarán sobre una capa de
esta pasta con estopa y luego, el cemento será vertido.

Juan, el especialista del metal, solda un codo sobre la clavija. Esta
podrá ser extraída con un gato colocado bajo el codo. En
la foto, se ve una varenga con su entalla. El cemento del lastre seguía
esa curva, haciendo una suerte de lebrillo que recoje el gasóleo,
el aceite y el agua que cae del motor.
LA SITUACION
Las fiestas son poco propicias a un avance rápido de las obras.
Tres varengas en la parte trasera fueron talladas, pero no colocadas:
antes hay que extraer las clavijas viejas y luego taladrar las varengas
y la curva de codal para enclavijarlos. Algunas cuadernas fueron también
preparadas, pero serán colocadas después de las varengas.
La armazón metálica del motor (que se aprecia en la última
foto) fué revisada también y algunas de sus partes renovadas.
La semana próxima abrá un buen avance de las obras con las
cinco cuadernas y las varengas.

Ya está: las donaciones han pasado por encima de los 40 000 €uros,
y quedan unos cuantos cientos en promesas que están al llegar.
La curva verde se ha restablecido a tiempo ya que los gastos han sido
pesados esta semana (los gastos de la estancia en el astillero hasta hoy
ya están saldados).
El año empieza bien, pero es indispensable que el margen entre
las donaciones y los gastos sea más importante. Piense en sensibilizar
otros donantes.
Además, si algunas donaciones consecuentes nos ponen a cubierto
de algunas facturas gordas, donaciones más modestas son bienvenidas
también. Con 50 €uros, ofrece la protección de la
madera nueva del barco con esa indispensable pintura de minio durante
un mes.
¿Como colaborar? Haga clic aquí.
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